Visitas

lunes, 30 de enero de 2012

Amores en el olvido...


Aún recuerdo aquellos tiempos en los que tus miradas eran solo para mí.
Aún recuerdo aquel día, ¿la primera vez que hablamos, tal vez? La lluvia empezó a caer tras las ventanas, marcando los cristales, mojando las calles. Pero no me importaba, en ese momento lo único que importaba eras tú, y nuestra conversación, y qué dirías a continuación.
Tenías mi corazón completamente, desde tu primera sonrisa. 
Esperaba conquistar el tuyo también, así que elegí cuidadosamente mis palabras, para impresionarte. 
Para gustarte.

¿Y sabes una cosa?
Lo conseguí.
Lo conseguimos.
Ambos éramos dueños del corazón del otro. Ocupabas mi mente día y noche.
Recuerdo cómo me sentaba encima de ti en los patios, y cómo me mirabas profundamente sin mediar palabra, como si mis ojos te contaran la historia más interesante del mundo.

"¿Te ha pasado alguna vez que has mirado a los ojos a una persona y has sabido que querías pasar el resto de tu vida con ella?"

Eso es lo que me pasó, lo que me pasaba al mirarte, al pensar en ti.
Me ponía histérica cuando me contestabas al msn, abría corriendo la ventana de chat para ver qué me decías.
Me estabas confesando quién te gustaba.
Vaya, no era yo...
Pero seguiría luchando.
Tu corazón valía más para mí entonces que todo el oro del mundo.

Llegó el día en el que admitiste que "me amabas jodidamente"
Fui feliz.

Recuerdo el día en el que dimos ese largo paseo en la noche, hasta Sa Riera, y las luces nos iluminaban, como si se tratara de una obra de teatro. Estaba tan enamorada...
Y a la vuelta a casa, pretendiste besarme. 
No sería mi primer beso, pero me avergonzaba hacerlo mal ante ti.
Mi amor.

Creo que nunca llegamos a salir juntos.
Temía perder lo que tanto me costó conseguir.
Sé lo que pasa cuando mantienes una relación seria.
Prefería poder demostrarte mi amor de una forma abierta, sin atarnos, para evitar problemas de ruptura.
Temía perderte, porque como pareja, no soy muy buena.
No quería que te cansaras de mi.
Ahí cometí mi error. 
Si te hubiera dicho que sí...
Todavía estaríamos juntos...

Pero los caminos se bifurcan,
la gente cambia.
Tú te has encontrado a ti mismo, y al amor de tu vida.
Yo sigo buscándome a mí misma, pero he aprendido a amar sin miedos y sin complejos.
Y al menos tengo tus caricias bajo la barbilla.

Anhelo tus miradas a todas horas.
Transmiten amor, ese amor que quedó en el olvido permanece en tu mirada.
Te echo de menos...
Fuiste de lo mejor de mi vida. Gracias.

If we'd go again all the way from the start, I will try to change the things that killed our love.
 Tal vez no es la mejor canción para describir lo que siento, pero sé que hasta hace unos meses me sentía así.

Madurez

Sabes que has madurado cuando un adulto de tu alrededor considera que eres una persona madura.
Los adolescentes que se consideran maduros son, en su gran mayoría, unos críos.
Considerarte maduro es el primer signo de inmadurez.
La gente madura y, por lo tanto, culta, siempre quiere aprender más, conocer más, seguir madurando.
La gente que se considera madura, por lo tanto, encuentra que no es necesario crecer más intelectualmente.

Recuerdo aquellas tardes, a la salida del colegio, cuando mamá nos esperaba con la merienda en la puerta.
Nos ponía los guantes y las bufandas, caminábamos por las calles abarrotadas de padres y niños, con la bruma gris típica de esa época del año. Congeladas, y contándole a mamá las anécdotas del día. Adoraba ese característico olor a tarde de invierno, me encantaba llenar mis pulmones de ese aire que olía a libertad. Cargada con la maleta de rueditas, llegábamos a casa, finalmente. Mientras terminábamos de merendar veíamos nuestros dibujos preferidos, era una rutina. Más tarde, las dos juntas nos poníamos en la mesa grande a realizar la tarea para el día siguiente, pero nos distraíamos mutuamente. Era el momento de jugar, una horita antes de cenar, y hacíamos el tonto por la casa.
No había temores, no había preocupaciones.
Era una rutina agradable, llena de risas y cariño.
No era estresante.
Las conversaciones de las comidas de los domingos entre los adultos me resultaban indiferentes, ya que no entendía nada de lo que decían.
Cada día me enamoraba de un nuevo niño del colegio, y no llegaba a comprender por qué mi madre se reía, ¡yo estaba enamorada!
Desconocía tantas cosas...
Todavía ahora desearía volver a esos días, en los que era una niña despreocupada, aplicada y alegre.
Pero las situaciones me han hecho cambiar.
Madurar antes de tiempo.

Tal vez es por eso que soy la más madura de mi clase, o de cualquier persona de mi edad o mayor.

"Chicos, hoy en tutoría vamos a hacer un ejercicio. Cada uno por turnos dirá qué aspecto positivo ve en cada uno de sus compañeros.
Llegaba mi turno, ahora sabría qué pensaba esa compañera de mi.
-Bueno, Caterina es una chica en la que se puede confiar, y además el otro día, en el taller sexual me di cuenta de que es una persona muy sensible y que sabe de lo que habla.
Entonces, para mi sorpresa, mi tutora habló.
-Bueno, también hay que añadir que es una persona con las ideas claras, y muy madura"

Sí, supongo que miro las cosas cotidianas desde un punto más profundo y sensible, lo he hecho toda mi vida.
Para mí el sexo no es solo sexo, y supongo que denota madurez el hecho de haber sido la primera alumna que en un taller sexual sabe responder a la pregunta de "¿Qué es la sexualidad?", no sé si eso me hace más madura, o simplemente más culta, más curiosa.
Lo que sé es que muchos hechos en mi vida me han hecho madurar antes de tiempo.
Y me arrepiento, porque desearía seguir siendo esa niña que jugaba en la piscina creyéndose un dinosaurio.

jueves, 26 de enero de 2012

Mañana lloverá

No tengo la mente tan abierta a cosas como el gore como para escribir un fantástico relato como este, me ha llegado, porque lo he interpretado como si quisiera transmitir que te sientes destrozado, despedazado ante la sociedad, que te sientes tan insignificante como el echo de que mañana vaya a llover. Tenía que dedicarle una entrada a este relato. ¡Disfrutadlo!
(No apto para personas sensibles al ser muy explícito.)



La última clase es siempre la peor. El cansancio acumulado durante la mañana finalmente vence nuestras fuerzas y nos oprime contra los pupitres. Hoy ha sido otro día vacío de significados, tal vez porque el gran hueco que deja el autoengaño al desvanecerse no puede ser ocupado por las pasajeras afectividades cotidianas. 


El profesor expone en voz alta su interesante monólogo sobre la lógica kantiana. Al igual que los escritores, los filósofos son seres curiosamente extraños. Todos parecen escandalizarse ante la simplicidad del monótono ciclo de la vida y, para evitar la desesperación, dedican su tiempo a la creación de posibilidades razonables, mundos paralelos, complejas interconexiones conceptuales de difícil comprensión, realidades no acontecidas y toda una extensa gama de metafísicas ridículamente humanas; como si lo que es pudiera adentrarse un poquito en lo que jamás podrá llegar a ser. Aquel que no reconoce sus límites está irremisiblemente condenado a chocar contra ellos, y los ahogados bufidos de la clase parecen confirmar lo que pienso. 


Al mirar por la ventana puedo captar la fluctuación de memorias olvidadas, sin sentido ni rumbo en el subconsciente. El aire dobla las malas hierbas que crecen junto al edificio y el cielo parece cubierto de ceniza; es muy probable que llueva. 


Estoy empezando a sentirme mal. La cabeza me da vueltas, las formas parecen desdibujarse en manchas difusas ante mis ojos. Un agudo malestar constriñe ni vientre; creo que estoy enfermando por momentos. 


Con gran esfuerzo consigo ponerme en pie -todos giran sus inexpresivos rostros hacia el novedoso estímulo- señalando la puerta con una mano mientras apoyo la otra sobre la mesa para no caer de bruces en el suelo. El profesor hace un indescriptible movimiento con su brazo sin interrumpir su discurso, que yo interpreto como la concesión del permiso para abandonar el aula, aunque de igual modo podría ser un recurso más de su repertorio gestual, tan histriónicamente explotado en la explicación de sus abstracciones. 


Cierro la puerta a mi espalda y me dirijo hacia los servicios a paso ligero. Algo está bullendo, cambiando en mi interior, pero no siento ningún dolor. Comienza a escocerme el brazo derecho. Desabrocho la manga de mi camisa y, para mi sorpresa, compruebo que tengo el antebrazo despellejado, en carne viva; puedo ver el fino entramado de vasos sanguíneos que recorren mi extremidad descubierta, aunque sigo sin sentir el más mínimo dolor. 


Un intenso olor a orín me golpea al entrar en la estancia de azulejos blancos. Antes de llegar a los lavabos una repentina arcada convulsiona mi cuerpo y vomito un espeso líquido negro. Caigo de rodillas al suelo con los brazos extendidos para evitar el terrible golpe y mi brazo derecho se rompe con un sonoro crujido. Al incorporarme veo mi brazo astillado flotando en el charco oscuro. 


Tambaleándome intento volver hacia la clase. Una nueva arcada recorre mi tembloroso cuerpo. La masa de mis intestinos rasga la carne, rompiendo la camisa, irrumpiendo al exterior; en un acto reflejo, intento inútilmente mantenerla en su lugar con mi brazo izquierdo. No sé lo que está ocurriéndome, no siento nada. 


Toda mi epidermis comienza a replegarse sobre sí misma como pergamino viejo y mi carne se cae a pedazos a cada paso. El maxilar inferior se desprende de mi cráneo y mi ojo derecho queda colgando del nervio óptico; lo arranco con un rápido tirón para no perder la estabilidad visual. El dolor físico es ahora sólo el recuerdo de una sensación inexistente. 


Entre no pocos esfuerzos consigo abrir la puerta del aula. Durante una décima de segundo, mi único ojo percibe fugazmente todos los rostros de los alumnos, justo un instante anterior a su transformación en máscaras de puro terror. Intento hablar, pero me resulta imposible. Gritos inconcebibles inundan la clase cuando la percepción colectiva se hace real y efectiva. Muchos caen desvanecidos sobre sus mesas, otros quedan paralizados por el horror. Mi aspecto ha de ser espantoso, aunque lo cierto es que, mentalmente, sigo siendo yo. 


Me arrastro lentamente hacia la tarima del profesor, que yace sobre ella con los ojos en blanco. Tras de mí escucho los aullidos dementes de los que consiguen escapar, cada vez más lejanos, reverberando por los amplios pasillos vacíos. 


Mi cuerpo carece ya de los elementos y energía que lo sustentaban normalmente y caigo hacia delante, decapitándome con el borde de la mesa del profesor; mi cabeza queda encima, cerca de la ventana. 


Soy sólo consciencia. 

Soy materia insensible. 


Puedo ver sobre las montañas del horizonte una bandada de pájaros alejándose. El cielo que todo lo cubre está hilvanado con nubes grises. 


Mañana lloverá.

-Luis Bermer

jueves, 12 de enero de 2012

Depressing Society

Tengo un poco abandonado el blog, por motivos obvios, las fiestas, la vuelta al cole... Pero vuelvo cargada de imaginación para transmitiros mis más profundos sentimientos a través de letras.

"Se ríen de ti porque eres diferente. Ríete de ellos porque son todos iguales" -Kurt Cobain


Diferente.
Rara.
Toda mi vida he sido así, un bicho raro.
El color preferido de las chicas era el rosa. El mío el amarillo.
Ellas escuchaban Hannah Montana. Yo escuchaba a los "góticos" de Tokio Hotel.
Ellas llevaban slam, victoria's y cortaban las faldas del uniforme.
Yo vestía de negro, llevaba converse y con el uniforme parecía que me había caído del techo.
Ahora.
Ellas bailan reaggeton, ellas escuchan porno-pop, ellas llevan shorts con medias en invierno, ellas llevan tacones a clase, ellas llevan el pelo hasta el culo, ellas presumen de haber follado, ellas dedican su tiempo libre a hacerse mil fotos, ellas cotillean, ellas lanzan rumores, ellas van a clase a ligar, ellas marginan a la gente diferente, a gente como yo.

En el instituto la gente me conoce como "la rarita esa".
Parece que si no eres una maldita copia de las chicas de hoy en día, si no llevas la misma ropa que las demás, si no te haces sesiones de fotos con tus amiguitas cada día, si no juzgas a la gente a sus espaldas, si no eres un fracasado en los estudios, si no miras con asco y superioridad a los demás, si no te juntas únicamente con tu círculo de amigos pijos, si no escuchas mierda, digo, música de la de ahora, si no eres una persona falsa, hipócrita escondida bajo capas de maquillaje, no eres normal.
¿Es eso lo que queréis decir?
¿Porque me tiña el pelo y me lo corte, vista con pantalones de cuero y camisetas de S.O.A.D y GnR, porque haya faltado un curso por depresión por culpa de amenazas por parte de gente que no me ve "normal" ya soy "rarita"?

Bien gente, os voy a anunciar algo.
Yo no le digo "tkk" a una persona a la que odio por quedar bien, yo no me maquillo como una puta, yo no me llevo el pelo hacia atrás con la mano cada dos por tres, yo no llevo la ropa que le he visto a fulanita o que está de moda en el puto stradivarius, yo no vivo solo para hacerme fotos y saber el que dirán de mi. 
YO NO SOY ASÍ
Y vosotras tampoco. Sólo os dejáis llevar por las masas,porque es más fácil que tener personalidad y aceptar las críticas. Porque siendo un clon como los demás tenéis más vida social en la juventud, pero años después ninguno de esos "amigos" estarán a tu lado. Y tu no sabrás quién eres de verdad, porque te habrás dejado arrastrar por la moda, por los prejuicios y por la gente cerrada de mente.

Y la lástima, lo que más me jode es que vosotros sois el futuro. No sé cómo terminará el mundo, será un mundo hipócrita, injusto, censurado, que quemará en la hoguera como antaño a la gente que vista de negro o escuche "música siniestra". 
No espero haber muerto para entonces, lo que espero es que seamos más los que marcamos la diferencia a los que se rigen por las masas.
Si de verdad, algún día toda esa gentuza se planteara lo que es la vida, se darían cuenta de que merece más la pena vivirla como tú quieres a como quieren los demás.

De corazón espero que no tengáis miedo a ser vosotros mismos.
He sufrido anorexia, depresión, traumas y fobias por ser yo misma.
Pero lo que más daño me ha hecho ha sido intentar aparentar ser quién no soy para ser aceptada.
Me he censurado a mí misma, me he hecho daño, me he sentido incómoda y triste, y lo peor de todo es que la gente realmente se me acercaba más cuando "era" como ellos, pero gente tan maravillosa como el novio que tengo ahora, se percató de mi presencia a principio de curso cuando era yo misma, y pensó que había desaparecido cuando decidí ser como los demás. Le tengo porque no tengo miedo de ser yo misma, ya no más. A pesar de que me haya cambiado de colegio por la marginación social, ya no temo, porque mientras sea yo misma sólo la gente que de verdad merece la pena permanecerá a mi lado.
No necesito robots hipócritas que sólo saben hablar de lo mismo y que sólo saben meter mierda en las vidas de los demás.

Robotitos, pido una liberación en masa. Sed vosotros mismos.
Sé que no lo haréis, porque ni vosotros mismos aceptaríais vuestros verdaderos yo.
Las verdades duelen, vuestras vidas son miserables, porque no son vida.


Porque nosotros marcamos la diferencia.

domingo, 1 de enero de 2012

Año Nuevo


Es una manera fructífera de empezar el año contigo, 
dejando atrás un año de penumbra, desgracias, tristeza y depresión. 
Has estado a mi lado todo el tiempo, para recordarme que no debo temer a nada, no debo temer que este año sea peor que el anterior, porque la diferencia es que este año te tendré a ti a mi lado, y eso ya me garantiza que será una buena etapa en mi vida.

Pero no me gusta que un día tan significativo como éste termine así...

"Hacía ya un rato que habíamos terminado de cenar.
 Estábamos todos sentados en el sofá, esperando el nuevo año, hasta que por fin llegó el momento. Todos parecían felices, saboreando las uvas al son de las 12 campanadas que anunciaban el nuevo año. Yo me sentía feliz solo porque a su lado mis miedos desaparecían, el temor a recaer en la depresión y los acosos escolares, a repetir curso, a perder a quien amo...

Porque yo siempre cometo errores, el más grande sería el de dejarle ir, por mis defectos.
"Yo siempre cuidaré de ti, no tienes nada que temer"

"Jamás me separaré de ti"
"Te amo"
Esas son las frases que me dan fuerza para seguir adelante.
Blade: "Son las dos, tengo que volver a casa..."
Catt: "Vaya, ¿ahora eres Cenicienta?"
Blade: "Ya sabes, mi madre..."
Catt: "Sí, no digas más..."
Se iba. Mi protector, quien me arroparía y me haría sentir segura, se tenía que ir de mi lado en un día tan especial como este. Puede ser una tontería, pero realmente le necesito a mi lado, realmente tengo miedo ahora mismo, y cuando nos separamos siento como si me arrancaran un pedazo de corazón, siento que mis latidos se ralentizan y siento que se me encharcan los ojos, y el vacío y la soledad invaden mi ser. Eso me pasa siempre que me separo de Blade, el me completa, me llena, me hace sentir viva. 
Es como mi chispa vital.


-Te suplicaría ciento y una veces que no me dejes,
pero sería en vano,
a veces el mundo quiere separarnos,
por motivos obvios, 
no puedo vivir pegada a ti,
pero algún día en acto de rebeldía
estoy segura de que le gritaré 
que tu  libertad es un derecho
y que está siendo injusta,
 si el problema es conmigo;
que al menos piense que yo te hago feliz...-


Catt: "¿No hay posibilidad de que sea comprensiva?"
Blade: "No, y ya llego tarde..."
Catt: "Todas las promesas de mi amor se irán contigo, me olvidarás, me olvidarás... junto a la estación yo lloraré igual que un niño, porque te vas, porque te vas..."-Nos reímos ante mi interpretación de Jeanette, pero realmente sentía lo que decía la canción en ese momento, y amargamente nos dimos el último abrazo de despedida, ese abrazo que te deja mal sabor de boca y te deja con ganas de más, te hace sentir como algo inacabado, como si te quitaran algo muy preciado.
"Adiós..."
Y así, con la última palabra de la noche, que se fue flotando entre las calles desiertas, vi cómo se alejaba entre la penumbra, con andares lentos e indecisos, como si el tampoco estuviera muy contento con la idea de separarse de mi..."

Por lo general ha sido un año horrible, un año que me ha ido consumiendo poco a poco,
casi hasta el punto de acabar con mi vida, exceptuando ese pequeño detalle que devolvió la luz a mi ser.
, sin duda has sido lo mejor del año pasado, aunque hayas llegado al final, lo bueno se hace esperar. Y estoy segura de que también serás lo mejor de este nuevo año, y del siguiente, y del resto de mi vida. Porque ahora que te conozco nada, ni NADIE podría separarme de ti.

Y tal vez es por eso que cuando te veo alejarte de mi no puedo evitar llorar y echarte de menos.
Tú me has devuelto a la vida, gracias. No puedes imaginarte cuánto te amo...

Por eso siempre, 
aunque sepa que no surtirá efecto,
 te suplicaré al borde de las lágrimas 
que te quedes a mi lado...